Es necesario reflexionar acerca de
los modos de intervención del docente en el juego, para no caer en la falta de
intervención por no coartar o direccionarlo demasiado; o por el contrario, en
el exceso de intervención que, con la intención de orientar, enseñar e incluir
contenidos en el juego, puede interrumpirlo o distorsionarlo.
Podemos distinguir entre la
planificación previa del juego, la organización que realiza antes del
desarrollo del juego, la que tiene lugar durante el mismo y la que ocurre
después. Consideramos que el armado previo de la situación de juego y el
análisis que el docente hace una vez terminado este, son intervenciones tan
fundamentales como son aquellas que tienen lugar durante el mismo.
En primer lugar, se analizarán las
intervenciones docentes en los diferentes momentos en la planificación, durante
la planificación, en el juego mismo y después del juego; y, en segundo lugar,
las intervenciones en relación con cada tipo de juego, ya que consideramos que
éstos incluyen rasgos particulares y singulares (juego dramático, juego de
construcción y juego con reglas convencionales) que deben ser tenidos en cuenta
para pensar propuestas que enseñen a jugar.
PLANIFICACIÓN DE UN JUEGO
Para planificar es preciso que el docente
reflexione en relación con el grupo, el modo de jugar, los temas que les
interesan, los vínculos personales que se evidencian en el juego, el vínculo
del niño con la creación, el conocimiento, la libertad y los límites.
El proceso de reflexión iniciado con
la observación y el análisis de los registros, que el docente fue realizando de
anteriores situaciones de juego, facilita la selección de los contenidos
pertinentes y la elaboración de propuestas significativas y contextualizadas en
relación con el juego.
La propuesta de observación está
ligada fundamentalmente a la necesidad de conocer a los niños, al grupo, sus
necesidades, sus modos de jugar. Esto permitirá seleccionar los contenidos de
juego, las propuestas lúdicas, las consignas, los materiales, la organización
grupal y prever las modalidades que asumirá la intervención docente.
PREVIAS AL JUEGO
El docente, al preparar el espacio y
los materiales de acuerdo con la propuesta de juego, está realizando una de las
intervenciones más importantes, ya que expresa en esta acción su
intencionalidad, es decir que el proceso de reflexión se pone en acto.
Algunos de estos modos de
intervención son:
• crear escenarios y espacios
lúdicos: preparación de escenarios dentro o fuera de la sala, vinculados con escenas
de la vida cotidiana o escenarios fantásticos, espacios nuevos o lejanos para
los chicos;
• variar los materiales que dispone
para jugar;
• generar un clima particular, a
través de la luz, la música, la ubicación de los materiales de juego.
DURANTE EL DESARROLLO DE UN JUEGO
El docente facilita, juega, sugiere,
pregunta, propone modos de juego, con la intención de lo siguiente:
• habilitar el juego;
• organizar la actividad respetando
la lógica de los niños;
• promover un clima en el que se
facilita la expresión, la combinación de materiales, el desplazamiento libre
por el espacio, la iniciativa y la resolución de conflictos;
• proporcionar materiales,
disponiéndolos al alcance de los niños, de modo de favorecer el desarrollo
autónomo durante el juego;
• acompañar la resolución de
conflictos tanto entre los niños como entre el niño y el objeto de juego;
• marcar pautas, límites, reglas,
tiempos y espacios;
• observar el juego de los niños
para intervenir adecuadamente.
Durante el desarrollo del juego, el
docente debe estar disponible, esto quiere decir estar atento a los contenidos
lúdicos que le interesa enseñar, observar aquello que pueden necesitar los
niños y a la espera de lo que estos pidan. Según sea la situación puede enseñar
un juego, ayudar, ofrecer un material, aclarar una regla, etc. Este estar
disponible refiere tanto a una actitud corporal, como mental y emocional: el
docente facilita, acompaña, contiene, ayuda, incentiva, orienta.
Como parte de las intervenciones
docentes, también es importante que quede explicitado el encuadre y las reglas
que permiten el desarrollo del mismo. El docente puede conversarlo con el grupo
antes de comenzar a jugar, para que los niños puedan manejarse con autonomía
dentro de ese marco. Por ejemplo, es interesante recordarles que está permitido
jugar a todo y usar todo lo que está disponible, siempre que no se lastimen ni
lastimen a otros, y que avisen a sus compañeros si se van del juego.
Es necesario tener en cuenta todas
las posibilidades de intervención presentadas; pero también que, si bien es
útil intervenir siempre explicitando el encuadre y mediante la observación, no
siempre es preciso hacerlo con la palabra y utilizando consignas, ya que el
exceso de intervención puede provocar la ruptura del clima de juego, por eso se
sugiere realizar intervenciones sutiles, que acompañen el proceso de juego que
se está desarrollando y que faciliten su despliegue lúdico.
En este mismo sentido, tenemos que
recordar que cualquier tipo de intervención debe tener en cuenta que el
protagonismo siempre es del niño y del grupo y que el docente tiene un papel
facilitador, de apoyo y de contención. En cualquier espacio donde se desarrolle
el juego, es importante que el docente tenga en cuenta la necesidad de observar
y registrar los juegos. Esta actividad sistemática le permitirá conocer más a
los niños, sus juegos, sus necesidades y preocupaciones.
Intervenciones docentes según el
tipo de juego
Además de estos lineamientos
generales, que se refieren a cualquier tipo de juego, hay algunas
intervenciones que son específicas de cada uno de ellos. Sin ánimo de agotar
este listado, proponemos algunas cuestiones respecto del juego dramático, el
juego de construcción y los juegos reglados, para pensar acerca del lugar del
docente en cada uno de ellos.
• Durante el juego dramático
Como se afirmó, en este tipo de
juego, la unidad fundamental de la acción lúdica está dada por la situación
ficticia, en la que los niños adoptan el papel de otras personas. La primera
intervención docente se produce durante el armado del escenario de juego: los
materiales ofrecidos, su ubicación y distribución, y de acuerdo con el tipo de
juego, la situación que eligen representar.
En este tipo de juego el adulto
puede participar con mayor frecuencia, siempre y cuando juegue realmente y no
intente guiar el desarrollo del guión lúdico hacia un área de su propio
interés. La intervención durante el juego entonces refiere a observar el juego
de los niños y, si fuera necesario, incorporarse al mismo desde un personaje
más, es decir desde un rol específico, contemplando no generar una interrupción
que corte su desarrollo.
• Durante el juego de construcción
En este juego, tal como se planteó
anteriormente, los niños pueden oscilar entre dos tipos de acciones: manipular
los objetos, probando posiciones en el espacio o equilibrio, repitiendo las
acciones; o coordinar sus acciones para lograr una tarea precisa.
La intervención docente también
ocurre fundamentalmente en la preparación de los materiales y la escena. La
selección de los materiales para construir (tamaño, forma, para encastrar, para
ensartar, etc.), sus agregados (muñecos, sogas, cintas, etc.) y el manejo que
los niños tengan del mismo, demarcará las posibilidades lúdicas que tengan
lugar.
A diferencia del juego dramático, el
docente puede intervenir directamente durante el transcurso del juego,
acercarse y preguntar si los niños necesitan ayuda o si algún material que él
dispone les puede ser útil (una cinta adhesiva para unir dos estructuras, un
pegamento para armar algo con material descartable, etc.). También es posible
proponer nuevas ideas o formular preguntas que permitan enriquecer las
producciones de los niños.
• Durante los juegos con reglas
convencionales
Es importante destacar que, a
diferencia de los otros tipos de juego, en éste, el juego preexiste al niño, es
decir que es independiente del sentido que el jugador quiera darle. Nos estamos
refiriendo a juegos como el dominó, las cartas, el “Juego de la Oca”, los
dados, entre otros.
Aquí el tipo de intervención del
docente es diferente: los niños necesitan de un experto para aprender a jugar.
Ellos podrán aprender las reglas si el docente juega con ellos y los ayuda a
hacerlas propias.
Por lo tanto, su enseñanza es
directa y debe realizarse en pequeños grupos para permitir que en la propia
acción de jugar los chicos vayan conociendo las reglas que los rigen.
Otro modo de intervención consiste
en la graduación de las dificultades. El docente puede ir complejizando estos
juegos a medida que los niños dominan las reglas iniciales (por supuesto, sin
cambiar su estructura profunda). Por ejemplo, en el Juego de la Oca colocar dos
dados en vez de uno, de modo que los niños tengan que adicionar ambas
cantidades para desplazarse en el tablero.
En cuanto a los juegos
tradicionales, en general, la mayoría de ellos se desarrollan con el grupo en
su totalidad. Por lo tanto su enseñanza será grupal y podrá realizarlo el
propio docente y/o invitar a las familias, a niños más grandes, o a miembros de
la comunidad. En estos últimos casos será muy interesante indagar acerca de los
juegos que responden a las tradiciones de esa comunidad de manera de rescatar
otro aspecto de su cultura.
DESPUÉS DEL DESARROLLO DE UN JUEGO
Finalizado el juego es necesario un
tiempo destinado a su evaluación que debe realizarse inmediatamente después del
juego, en acto, ya que para los niños el juego tiene lugar solo mientras
juegan. Esta instancia no debe transformarse en largas conversaciones sobre lo
acontecido, sino en algo significativo para los niños.
Desarrollamos algunos ejemplos de
este tipo de evaluación, es decir de reflexión sobre el juego.
• El docente rescata algo
significativo que sucedió durante el juego, ya sea porque fue importante para
el subgrupo que estaba jugando, porque lograron resolver un conflicto que fue
difícil para ellos, o porque el docente cree que puede ser interesante para los
demás niños. Se puede acercar al grupo unos minutos antes de terminar de jugar
y preguntarles si quieren compartir lo sucedido con el resto y cómo lo quieren
hacer. Es importante respetar la respuesta de los niños, si uno pregunta tiene
que estar dispuesto a aceptar un No. Si ellos deciden hacerlo, el docente debe
ayudarlos a pensar el modo de comunicarlo. Puede ser a través de un relato
verbal, o con dibujos, o por medio de escritura mediatizada (los niños le
dictan al docente),o de la lectura de lo registrado por el docente y, por
último, mostrando la producción concreta (si es que existe).
• El docente se acerca a un grupo y
les pregunta qué necesitarían para la próxima vez que jueguen, comprometiéndose
a buscarlo, y si no es posible, se los comunica a los niños. A partir de este
pedido, los niños podrán dar cuenta de la lógica que estuvieron siguiendo
durante el juego, y el docente que escucha les transmite que el desarrollo de
su juego es muy importante.
• El docente puede realizar un
análisis del juego de algún niño, del subgrupo y/o del grupo total, en lo
referido al clima, a la resolución de conflictos, los logros en relación con el
proyecto inicial de juego, etc. y hacer una devolución sobre esto a los niños,
como una instancia de reflexión compartida.
Todos estos ejemplos de acción-
reflexión, que dependen de la propuesta lúdica, del contexto y del grupo
concreto, apuntan a acompañar a los niños en el proceso de hacer consciente el
pensamiento que acompaña el juego, las ideas, las estrategias, las emociones
que ellos ponen en juego al jugar.
Por otro lado, el docente, a partir
de la reflexión acerca de su registro del juego, intenta pensar la propuesta
siguiente, tratando de seguir la lógica utilizada por los niños en el
desarrollo del juego y de la evaluación. De esta forma, cada propuesta irá
avanzando en complejidad y elaboración, en una interacción dinámica entre niños
y docentes. En este sentido, este momento es un insumo fundamental para pensar
su planificación, en un modo de enriquecimiento continuo.