El contenido del juego, el a qué
se juega, está influido por aspectos tales como los objetos de juego, el con
qué se juega, el espacio de juego, el dónde se juega, y el tiempo de juego, el
cuándo y el cuánto se juega.
Por otro lado el a qué se juega y
el cómo se juega se encuentra fuertemente condicionado por la cultura, por la
pertenencia social y por la experiencia y condiciones de vida; cuestiones que
también influyen sobre los objetos y espacios el con qué y dónde se juega.
EL ESPACIO
• La organización de la sala debe
facilitar la desestructuración y la reestructuración del espacio y el libre desplazamiento
en función de los juegos que se quieran desarrollar. En este sentido, es
importante que la disposición de los muebles en las salas no sectoricen
rígidamente los distintos espacios de juego con el objeto de favorecer el
intercambio y la posibilidad de conexión entre los materiales y los juegos.
Recomendamos que los muebles puedan ser movidos por los niños teniendo, por
ejemplo, ruedas en su base, de modo que ellos mismos puedan armar los
escenarios de juego como lo deseen.
• El juego puede realizarse en la
sala, el pasillo, el patio, el salón de usos múltiples y otros lugares
disponibles en la institución, pudiendo incluirse o no los muebles de la sala.
• La presentación por parte del
docente de un espacio lúdico y diferente al habitual puede dar lugar a nuevas
experiencias de juego. Por ejemplo: no es lo mismo que los objetos disponibles
para jugar estén sobre las mesas que en el suelo; no es lo mismo que la sala
esté toda abierta o que esté dividida o sectorizada con telas que cuelgan; cada
una de estas ambientaciones modificará el juego que tenga lugar allí y
dependerá de las elecciones que realice el docente. Si estos condicionantes han
sido pensados previamente en el momento de planificar una propuesta de juego,
seguramente enriquecerá el desarrollo que éste tenga.
• Es importante que los niños se
vayan encontrando con variadas formas de disponer el espacio, de modo que
puedan hacerlas propias e incorporarlas a su repertorio de escenarios lúdicos
posibles, enriqueciendo así su juego.
EL TIEMPO
• El docente interviene
administrándolo y organizándolo y, en función de esto considera, cuándo y
cuánto jugar, teniendo en cuenta las necesidades y los intereses del grupo, así
como los acuerdos institucionales establecidos.
• Deberán considerarse los tiempos
del grupo, los tiempos del juego y los tiempos institucionales, por ello este
elemento es constitutivo del juego y tiene que ser debidamente planificado,
teniendo en cuenta que los niños necesitan tiempo y que jugar varias veces a un
juego facilita el desarrollo del proceso lúdico y su profundización.
• Dentro de esta planificación, el
docente tiene que dejar lugar a lo que acontece, siendo flexible en su
propuesta y tomando aquello que surge en el propio juego como un elemento que
le permite profundizar su conocimiento del grupo y de cada niño en particular.
• El juego no puede plantearse como
una actividad de relleno, en tanto necesita de un tiempo de organización y caos
para luego llegar el tiempo de desarrollo y posterior cierre, tal como fue explicitado
anteriormente.
• El tiempo de cierre requiere que
el docente avise a los niños unos minutos antes de su finalización, para que
ellos puedan concluir lo que están haciendo evitando de esta forma los cortes
abruptos. Esta anticipación que se realiza evidencia el respeto del docente por
lo que los niños hacen y sienten.
Un tema importante es la frecuencia
con la que el juego tenga lugar en las salas. El juego es un derecho de los
niños y el Nivel Educativo Inicial debe bregar porque este derecho se cumpla.
Es por eso que deben pensarse instancias de juego cotidianas en la
planificación.
En el desarrollo de cada jornada,
debe garantizarse al menos una propuesta de juego con una duración no menor a
los 40 minutos cada una, ya que, como queda dicho, el juego necesita de un
tiempo para poder desarrollarse.
Períodos de juego:
• Juego inicial
Cuando comienza la jornada, es
recomendable que el docente prepare la sala con algunos juegos, de modo que los
niños vayan acercándose a cada propuesta a medida que llegan, según sus
intereses.
Un ejemplo puede ser: un sector con
dramatizaciones, uno con material de construcción, uno con material no
estructurado, etc. (ver ítem “Los materiales”).
Así en este momento, el docente
puede darle una cálida bienvenida a los niños que llegan pudiendo observar lo
que surge en el desarrollo del juego, registrando las elecciones que hacen, el
desarrollo de sus ideas y las situaciones particulares de cada uno de sus
alumnos. Cuando esta instancia de juego se torna cotidiana, los niños van
incorporándola y apropiándose de este tiempo. Esto redundará en la complejidad
creciente de los juegos que irán desarrollando.
Además de aquello que el docente
haya propuesto, es recomendable que los niños tengan la posibilidad de
seleccionar por su propia cuenta aquellos materiales que necesiten o que les
interesen.
Puede suceder que el docente observe
que un niño elige todos los días los mismos materiales para jugar. Ante esa
situación será necesario reflexionar con detenimiento antes de intervenir, para
ver si se trata de un juego estereotipado o si es, en cambio, una
profundización en sus ideas a partir del juego, una búsqueda de ser experto en
el mismo. En palabras de Patricia Sarlé, la riqueza del juego aparece cuando se
juega muchas veces a lo mismo. Es aquí donde aparecen las estrategias, las
formas negociadas de saltar las reglas para modificarlas o la posibilidad de
combinarlas y crear nuevos juegos.
El docente debe pensar el equilibrio
entre variar las propuestas para ampliar el repertorio lúdico de los niños y
mantenerlas estables para permitirles la profundización antes mencionada.
• Juego centralizador,
juego-trabajo, juego en sectores
Cada una de estas modalidades (y las
que los docentes creen) ofrece un tiempo privilegiado de juego, dado que en
ellas convergen distintos tipos de situaciones, algunas de ellas de carácter
netamente lúdico.
De acuerdo con la edad del grupo y a
la modalidad que se elija, podrá ser el docente o los propios niños quienes
decidan acerca de las diferentes propuestas de juego. En este último caso el
docente acompaña las elecciones que hacen los niños permitiéndoles que
estructuren el espacio de juego y seleccionen los materiales.
Las propuestas de juego irán
variando, y se pueden enriquecer y articular con las unidades didácticas o los
proyectos que se estén trabajando, siempre y cuando:
• esta inclusión no sea forzada;
• los niños puedan otorgarles el uso
que deseen a los materiales ofrecidos.
• Juego en espacios abiertos (patio,
parque, SUM, etc.)
Respecto de este momento de juego,
hay que considerar los determinantes de espacio y tiempo que lo rigen y su
incidencia en el tipo de juego que los niños eligen. También hay que tener en
cuenta la importancia de la intervención del docente que durante este tiempo es
un observador atento que puede sugerir, ofrecer, marcar pautas o establecer
límites cuando un niño o el grupo lo requieren, enseñar el uso de los aparatos
o de algunos juegos.
Los materiales que están presentes
en ese espacio y su organización también son un fuerte determinante del tipo de
juego que los niños expresan allí. No es igual el juego en piso de tierra,
césped o cemento, como tampoco es lo mismo un espacio que no cuenta con
trepadoras, sogas, colchonetas, neumáticos, arenero, etc. En este sentido,
consideramos fundamental ofrecer materiales variados e interesantes en un
espacio que garantice las posibilidades de exploración en un marco de
seguridad.
Se sugiere, entonces, pensar que el
juego en el patio o en otros espacios diferentes a la sala, también puede tener
una organización de materiales en distintos sectores del espacio abierto, a los
que los niños recurren, si quieren, para recrear e inventar nuevos juegos. No
se trata de una presentación rígida por sectores, pero sí de tener en cuenta
una diversidad de opciones que se pueden presentar: por ejemplo, un espacio con
botellas para jugar al bowling; otro con dibujos de distinto diseño para jugar
a la rayuela, hacer recorridos con autos; otro con cajas para embocar,
etcétera.
Para los juegos de destreza física
se pueden ofrecer colchonetas, pelotas, sogas, trepadora, banco, neumáticos,
elásticos y otros elementos que permitan saltar, correr, trepar, hacer roles,
etc.
En relación con los juegos
dramáticos, se pueden ofrecer cajas o bolsas con telas, cartones corrugados,
sogas, elásticos, cintas, broches y materiales diversos, que les permitan a los
niños explorar diversas posibilidades de juego simbólico.
LOS MATERIALES
La propuesta de juego varía
ampliamente en función de los materiales a los que tengan acceso los niños. Los
mismos resultan un sostén privilegiado del juego ya que permiten estructurarlo,
enriquecerlo, hacerlo durar. Por eso aquí también el docente debe elegir los
materiales al momento de planificar una propuesta de juego, en función de los
contenidos específicos que quiere trabajar y que considera que pueden
enriquecerla. También puede seleccionarlos en función de lo que los niños hayan
pedido o él haya percibido que ellos necesitan a partir de la observación de
las escenas de juego anteriores.
A continuación presentamos algunas
recomendaciones para tener en cuenta en esta problemática.
• Los materiales deben estar
dispuestos al alcance de los niños y es importante considerar la variedad de
elementos.
• La sola incorporación de algún
nuevo elemento (estructurado o desestructurado) provocará seguramente una nueva
posibilidad de jugar, pero no necesariamente el hecho de tener muchos elementos
al mismo tiempo asegura que se generen más posibilidades de juego, muchas veces
ocurre lo contrario.
• Debe haber tanto material
estructurado como no estructurado disponible para jugar. Este último es aquel
que genera mayores posibilidades lúdicas, ya que es el niño o el grupo de niños
los que le otorgan significado en función del desarrollo lúdico.
En relación con los materiales
estructurados se puede pensar en la variedad de juguetes que se encuentren en
la sala. Así como el juego es entendido como un producto social y cultural, a
su vez los juguetes son un concentrado de cultura. Siguiendo a Brougère, en el
juguete hay una herencia (ocasionalmente con innovaciones) transmitida por
intermedio del objeto al niño. Ahora bien, así como los niños ocupan el lugar
de co- constructores en el proceso de aprendizaje, relacionado en este caso con
el juego, no reciben los juguetes pasivamente sino que los interpretan, les dan
sentido, se apropian de ellos. Justamente porque los niños tienen una
participación activa en la sociedad, además de interiorizar la cultura de la
cual forman parte, participan de su producción.
Respecto de los materiales no
estructurados que pueden enriquecer el juego de los niños se pueden nombrar
algunos ejemplos, sin tratar de ser exhaustivos, esta lista puede servir de
orientación a la hora de repensar el equipamiento de una sala: cajas, cubos de
madera, argollas de madera de variados tamaños, cintas y sogas de variados
colores, largos y anchos, conos de cartón o plástico, broches, elásticos, telas
de variados tamaños, texturas y colores. Todos estos materiales facilitan sin
límites la creación y diversión, ransformándose de las más variadas maneras y logrando
los más insólitos objetivos de juego. “La mayor desestructuración del material
provoca en el niño el deseo de estructuración. Lo que significa la síntesis de
los dos procesos: armar y desarmar, el logro de los más altos niveles
creativos.”
A la enumeración anterior, se puede
sumar también elementos de la naturaleza, de acuerdo con el paisaje que rodee
al jardín. Estos materiales, a la vez que permiten ampliar el juego, acercan a
los niños a su entorno y enriquecen su experiencia. Nos referimos a ramas,
caracoles, piedras, flores secas y naturales, hojas secas de árboles, cañas,
etcétera.
FORMA DE AGRUPAMIENTO
Al momento de jugar, es importante
que el docente respete las elecciones que hacen los niños respecto de los
compañeros de juego. Desde la concepción de juego que aquí se sostiene, sería
muy difícil que los niños puedan jugar verdaderamente con un número grande de
compañeros.
Los niños tienen la libertad de
elegir con quién compartirán el juego y poder cambiar de elección en el
desarrollo del mismo. Si son muchos los que eligen el mismo juego, sobre todo
en el juego en sectores, quizá sea una instancia interesante acompañarlos en la
resolución de este conflicto, si es que lo es para ellos. Por eso, es
importante que el docente esté atento, pero que no se anticipe; una vez que
este conflicto tiene lugar, puede colaborar con los niños en su resolución.
EL CLIMA DE JUEGO
En las diferentes propuestas será
necesario garantizar un clima cordial, seguro y afectivo en el que se favorezca
el vínculo y la exploración. Se promoverá que se juegue con verdadera libertad.
El docente, al organizar el juego, habilitará un clima particular que promueva
las ganas de jugar, atendiendo a las necesidades y los intereses de los niños.
Es muy importante tener en cuenta
que el clima que se genera favorece o entorpece el desarrollo lúdico del juego.
También es un ítem para considerar al pensar una propuesta lúdica. La luz que
tenga el ambiente (plena, natural, artificial, penumbra, oscuridad), la música
que acompañe (si es que hay alguna) y los materiales elegidos son elementos que
colaboran con la creación de climas lúdicos, que varían unos de otros.
El docente es responsable de
garantizar la seguridad física y cuidar la seguridad emocional de los niños en
todo momento, también durante el juego. De modo que el clima que se genere es
algo que debe cuidar y preservar, al tiempo que estará atento a lo que les pasa
a los niños. Por ejemplo, si ha pensado una propuesta lúdica en penumbras, y
los niños se asustan, debe evaluar la situación para ver cómo los cuida física
y afectivamente.
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