20 noviembre, 2012


Es necesario reflexionar acerca de los modos de intervención del docente en el juego, para no caer en la falta de intervención por no coartar o direccionarlo demasiado; o por el contrario, en el exceso de intervención que, con la intención de orientar, enseñar e incluir contenidos en el juego, puede interrumpirlo o distorsionarlo.
Podemos distinguir entre la planificación previa del juego, la organización que realiza antes del desarrollo del juego, la que tiene lugar durante el mismo y la que ocurre después. Consideramos que el armado previo de la situación de juego y el análisis que el docente hace una vez terminado este, son intervenciones tan fundamentales como son aquellas que tienen lugar durante el mismo.
En primer lugar, se analizarán las intervenciones docentes en los diferentes momentos en la planificación, durante la planificación, en el juego mismo y después del juego; y, en segundo lugar, las intervenciones en relación con cada tipo de juego, ya que consideramos que éstos incluyen rasgos particulares y singulares (juego dramático, juego de construcción y juego con reglas convencionales) que deben ser tenidos en cuenta para pensar propuestas que enseñen a jugar.

PLANIFICACIÓN DE UN JUEGO

Para planificar es preciso que el docente reflexione en relación con el grupo, el modo de jugar, los temas que les interesan, los vínculos personales que se evidencian en el juego, el vínculo del niño con la creación, el conocimiento, la libertad y los límites.
El proceso de reflexión iniciado con la observación y el análisis de los registros, que el docente fue realizando de anteriores situaciones de juego, facilita la selección de los contenidos pertinentes y la elaboración de propuestas significativas y contextualizadas en relación con el juego.
La propuesta de observación está ligada fundamentalmente a la necesidad de conocer a los niños, al grupo, sus necesidades, sus modos de jugar. Esto permitirá seleccionar los contenidos de juego, las propuestas lúdicas, las consignas, los materiales, la organización grupal y prever las modalidades que asumirá la intervención docente.

PREVIAS AL JUEGO

El docente, al preparar el espacio y los materiales de acuerdo con la propuesta de juego, está realizando una de las intervenciones más importantes, ya que expresa en esta acción su intencionalidad, es decir que el proceso de reflexión se pone en acto.
Algunos de estos modos de intervención son:
• crear escenarios y espacios lúdicos: preparación de escenarios dentro o fuera de la sala, vinculados con escenas de la vida cotidiana o escenarios fantásticos, espacios nuevos o lejanos para los chicos;
• variar los materiales que dispone para jugar;
• generar un clima particular, a través de la luz, la música, la ubicación de los materiales de juego.

 DURANTE EL DESARROLLO DE UN JUEGO

El docente facilita, juega, sugiere, pregunta, propone modos de juego, con la intención de lo siguiente:
• habilitar el juego;
• organizar la actividad respetando la lógica de los niños;
• promover un clima en el que se facilita la expresión, la combinación de materiales, el desplazamiento libre por el espacio, la iniciativa y la resolución de conflictos;
• proporcionar materiales, disponiéndolos al alcance de los niños, de modo de favorecer el desarrollo autónomo durante el juego;
• acompañar la resolución de conflictos tanto entre los niños como entre el niño y el objeto de juego;
• marcar pautas, límites, reglas, tiempos y espacios;
• observar el juego de los niños para intervenir adecuadamente.

Durante el desarrollo del juego, el docente debe estar disponible, esto quiere decir estar atento a los contenidos lúdicos que le interesa enseñar, observar aquello que pueden necesitar los niños y a la espera de lo que estos pidan. Según sea la situación puede enseñar un juego, ayudar, ofrecer un material, aclarar una regla, etc. Este estar disponible refiere tanto a una actitud corporal, como mental y emocional: el docente facilita, acompaña, contiene, ayuda, incentiva, orienta.
Como parte de las intervenciones docentes, también es importante que quede explicitado el encuadre y las reglas que permiten el desarrollo del mismo. El docente puede conversarlo con el grupo antes de comenzar a jugar, para que los niños puedan manejarse con autonomía dentro de ese marco. Por ejemplo, es interesante recordarles que está permitido jugar a todo y usar todo lo que está disponible, siempre que no se lastimen ni lastimen a otros, y que avisen a sus compañeros si se van del juego.
Es necesario tener en cuenta todas las posibilidades de intervención presentadas; pero también que, si bien es útil intervenir siempre explicitando el encuadre y mediante la observación, no siempre es preciso hacerlo con la palabra y utilizando consignas, ya que el exceso de intervención puede provocar la ruptura del clima de juego, por eso se sugiere realizar intervenciones sutiles, que acompañen el proceso de juego que se está desarrollando y que faciliten su despliegue lúdico.
En este mismo sentido, tenemos que recordar que cualquier tipo de intervención debe tener en cuenta que el protagonismo siempre es del niño y del grupo y que el docente tiene un papel facilitador, de apoyo y de contención. En cualquier espacio donde se desarrolle el juego, es importante que el docente tenga en cuenta la necesidad de observar y registrar los juegos. Esta actividad sistemática le permitirá conocer más a los niños, sus juegos, sus necesidades y preocupaciones.
Intervenciones docentes según el tipo de juego
Además de estos lineamientos generales, que se refieren a cualquier tipo de juego, hay algunas intervenciones que son específicas de cada uno de ellos. Sin ánimo de agotar este listado, proponemos algunas cuestiones respecto del juego dramático, el juego de construcción y los juegos reglados, para pensar acerca del lugar del docente en cada uno de ellos.

• Durante el juego dramático

Como se afirmó, en este tipo de juego, la unidad fundamental de la acción lúdica está dada por la situación ficticia, en la que los niños adoptan el papel de otras personas. La primera intervención docente se produce durante el armado del escenario de juego: los materiales ofrecidos, su ubicación y distribución, y de acuerdo con el tipo de juego, la situación que eligen representar.
En este tipo de juego el adulto puede participar con mayor frecuencia, siempre y cuando juegue realmente y no intente guiar el desarrollo del guión lúdico hacia un área de su propio interés. La intervención durante el juego entonces refiere a observar el juego de los niños y, si fuera necesario, incorporarse al mismo desde un personaje más, es decir desde un rol específico, contemplando no generar una interrupción que corte su desarrollo.

• Durante el juego de construcción
En este juego, tal como se planteó anteriormente, los niños pueden oscilar entre dos tipos de acciones: manipular los objetos, probando posiciones en el espacio o equilibrio, repitiendo las acciones; o coordinar sus acciones para lograr una tarea precisa.
La intervención docente también ocurre fundamentalmente en la preparación de los materiales y la escena. La selección de los materiales para construir (tamaño, forma, para encastrar, para ensartar, etc.), sus agregados (muñecos, sogas, cintas, etc.) y el manejo que los niños tengan del mismo, demarcará las posibilidades lúdicas que tengan lugar.
A diferencia del juego dramático, el docente puede intervenir directamente durante el transcurso del juego, acercarse y preguntar si los niños necesitan ayuda o si algún material que él dispone les puede ser útil (una cinta adhesiva para unir dos estructuras, un pegamento para armar algo con material descartable, etc.). También es posible proponer nuevas ideas o formular preguntas que permitan enriquecer las producciones de los niños.

• Durante los juegos con reglas convencionales

Es importante destacar que, a diferencia de los otros tipos de juego, en éste, el juego preexiste al niño, es decir que es independiente del sentido que el jugador quiera darle. Nos estamos refiriendo a juegos como el dominó, las cartas, el “Juego de la Oca”, los dados, entre otros.
Aquí el tipo de intervención del docente es diferente: los niños necesitan de un experto para aprender a jugar. Ellos podrán aprender las reglas si el docente juega con ellos y los ayuda a hacerlas propias.
Por lo tanto, su enseñanza es directa y debe realizarse en pequeños grupos para permitir que en la propia acción de jugar los chicos vayan conociendo las reglas que los rigen.
Otro modo de intervención consiste en la graduación de las dificultades. El docente puede ir complejizando estos juegos a medida que los niños dominan las reglas iniciales (por supuesto, sin cambiar su estructura profunda). Por ejemplo, en el Juego de la Oca colocar dos dados en vez de uno, de modo que los niños tengan que adicionar ambas cantidades para desplazarse en el tablero.
En cuanto a los juegos tradicionales, en general, la mayoría de ellos se desarrollan con el grupo en su totalidad. Por lo tanto su enseñanza será grupal y podrá realizarlo el propio docente y/o invitar a las familias, a niños más grandes, o a miembros de la comunidad. En estos últimos casos será muy interesante indagar acerca de los juegos que responden a las tradiciones de esa comunidad de manera de rescatar otro aspecto de su cultura.

DESPUÉS DEL DESARROLLO DE UN JUEGO

Finalizado el juego es necesario un tiempo destinado a su evaluación que debe realizarse inmediatamente después del juego, en acto, ya que para los niños el juego tiene lugar solo mientras juegan. Esta instancia no debe transformarse en largas conversaciones sobre lo acontecido, sino en algo significativo para los niños.
Desarrollamos algunos ejemplos de este tipo de evaluación, es decir de reflexión sobre el juego.
• El docente rescata algo significativo que sucedió durante el juego, ya sea porque fue importante para el subgrupo que estaba jugando, porque lograron resolver un conflicto que fue difícil para ellos, o porque el docente cree que puede ser interesante para los demás niños. Se puede acercar al grupo unos minutos antes de terminar de jugar y preguntarles si quieren compartir lo sucedido con el resto y cómo lo quieren hacer. Es importante respetar la respuesta de los niños, si uno pregunta tiene que estar dispuesto a aceptar un No. Si ellos deciden hacerlo, el docente debe ayudarlos a pensar el modo de comunicarlo. Puede ser a través de un relato verbal, o con dibujos, o por medio de escritura mediatizada (los niños le dictan al docente),o de la lectura de lo registrado por el docente y, por último, mostrando la producción concreta (si es que existe).
• El docente se acerca a un grupo y les pregunta qué necesitarían para la próxima vez que jueguen, comprometiéndose a buscarlo, y si no es posible, se los comunica a los niños. A partir de este pedido, los niños podrán dar cuenta de la lógica que estuvieron siguiendo durante el juego, y el docente que escucha les transmite que el desarrollo de su juego es muy importante.
• El docente puede realizar un análisis del juego de algún niño, del subgrupo y/o del grupo total, en lo referido al clima, a la resolución de conflictos, los logros en relación con el proyecto inicial de juego, etc. y hacer una devolución sobre esto a los niños, como una instancia de reflexión compartida.
Todos estos ejemplos de acción- reflexión, que dependen de la propuesta lúdica, del contexto y del grupo concreto, apuntan a acompañar a los niños en el proceso de hacer consciente el pensamiento que acompaña el juego, las ideas, las estrategias, las emociones que ellos ponen en juego al jugar.
Por otro lado, el docente, a partir de la reflexión acerca de su registro del juego, intenta pensar la propuesta siguiente, tratando de seguir la lógica utilizada por los niños en el desarrollo del juego y de la evaluación. De esta forma, cada propuesta irá avanzando en complejidad y elaboración, en una interacción dinámica entre niños y docentes. En este sentido, este momento es un insumo fundamental para pensar su planificación, en un modo de enriquecimiento continuo.

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